Del luto al sueño de la casa propia

Luz Marina Oñate Mejía nació en Valledupar, pero vive hace muchos años en Aracataca, una bella tierra de ensueño que vio nacer al colombiano más ilustre de todos los tiempos, Gabriel García Márquez, el inolvidable premio Nobel de literatura, que se inspiró en estas mismas calles por donde transitan Luz Marina y sus hijos, en este mismo paisaje rural, para crear uno de los universos literarios más exóticos y vitales, de los que se tenga memoria en la literatura universal.

Luz Marina vive en este ‘Macondo’ real y moderno, en donde todavía, la industria del banano resulta de vital importancia para la subsistencia de los habitantes del pueblo, al igual que en el universo creado por el colombiano que recibió el premio más prestigioso del mundo, ataviado con un Liki liki y acompañado por la música de su tierra, sentidos vallenatos, cumbias y bullerengues. 

Luz Marina labora como inspectora de fruta en una finca bananera. Esta recia mujer huérfana de padre y madre, ha conocido lo que es el trabajo duro y la fatalidad, no obstante, tal como las duras matriarcas que se pasean por las páginas de Cien años de Soledad, Luz Marina no llegó a este mundo y a esta bella tierra, a dejarse amilanar por muy duros que sean los tiempos.

Su madre murió de un infarto fulminante, con tan solo 51 años, el mismo día de su cumpleaños, cuando habían transcurrido tan solo dos meses de esa tragedia, la muerte volvió a llamar a su puerta, su padre murió en un accidente automovilístico a los 57 cumplidos, 6 meses después su hermano muere de una enfermedad terminal a los 37 años. Cuando ya su familia pensaba que lo había sufrido todo, su hermano menor muere en un accidente en motocicleta, todo este doloroso ciclo de pena y de duelo lo sufren en menos de un año y medio, no obstante para esta madre de dos hijos, que también tiene a cargo dos sobrinos, la tragedia no ha sido sinónimo de parálisis de los sueños.

Luz Marina además de trabajar en la finca bananera, está sacando adelante un pequeño negocio en casa, esta aguerrida mujer vende ropa de catálogos, perfumes, colonias, desodorantes, útiles escolares, accesorios para teléfonos, minutos y recargas. Con toda la adversidad que la ha estado circundado, Luz Marina no ha parado de soñar y lleva cinco años construyendo ladrillo a ladrillo el sueño de tener casa propia.

“Mi proyecto es sacar mi casa adelante porque vivo arrendada y no es lo mismo tener uno su propia casa que vivir arrendado. Entonces nos hemos propuesto sacar mi casita adelante. Todavía la casa apenas la estamos levantando, apenas tiene dos piezas, pero la idea es construir dos más porque quiero montar mi negocio allá mismo”, dice determinada. 

Desde que se enteró que pertenece al selecto grupo de tres familias beneficiadas entre miles en el Departamento del Magdalena por los créditos Brilla, Luz Marina ve mucho más accesible y más cercano el sueño de tener su propio rancho.

Luz Marina comparte el techo con sus dos hijos, su esposo, una hermana y dos sobrinos, mucha gente y poco espacio, pero eso tiene que cambiar, ella sueña con el cambio, por eso mismo deja que se le vuelen los ojos y sueña despierta por unos segundos y piensa que si llegara a ganar el premio de los 20 millones, primero que todo terminaría su casa, sacaría lo necesario para que sus hijos estén mejor, para que accedan a una mejor calidad de vida y además con el premio también espera sacar algo que le ayude a generar más ingresos y de esa manera poder mejorar su negocio.

Por algo el adagio popular reza que después de la tempestad viene la calma, precisamente este es un momento de inmensa felicidad para una mujer luchadora, que al igual que las Úrsulas Iguaranes, que las matriarcas que poblaron la mente de Gabito, para Luz Marina también llegó el tiempo de lo extraordinario, de la risa, de los sueños, del más puro realismo mágico. 

Arreglar su rancho es el sueño millonario de Yolinda Orquijo

Cuando todavía contaba con el apoyo de su pareja, Yolinda Orquijo Amado, administraba un próspero negocio, una tienda y un billar, en el populoso barrio Ondas del Caribe de la ciudad de Santa Marta, en donde vive hace ya tres décadas.

Frente a su negocio estuvo por lo menos 15 años, hasta que la relación con el padre de sus hijos llegó a su final, de ahí en adelante esta aguerrida comerciante tomó las riendas de su hogar y se entregó con el alma y con la piel, a la crianza de sus 7 hijos, 4 de los cuales aún con viven con ella bajo el mismo techo, el mismo que logró levantar a golpe de esfuerzo y sacrificios. 

Después de la ruptura, Yolinda empezó a comerciar con ropa que repartía en el barrio para que luego se la fueran pagando a plazos. Así, imbuida en la dificultosa maraña del rebusque, crió a sus hijos, los mismos que hoy velan por su bienestar, mientras ella se dedica a las labores de su casa y a consentir a sus 9 nietos. 

Si hay el algo en esta vida que le llena de orgullo el corazón a Yolinda, es haber criado a unos hijos responsables y trabajadores, que escogieron la senda del bien. 

“A raíz del problema con mi marido yo saqué a mis hijos adelante sola. Estuve siempre preocupada porque no quería que mis hijos se fueran a perder o a coger un mal camino, como estaba sola, pero gracias a Dios mis hijos salieron responsables y trabajadores, todos han salido muy buenos hijos, vivo orgullosa de ellos. Mis hijos son los que aportan a la casa y los que me ayudan”.

Su vivienda es una de los pocos bienes que le quedaron de los viejos tiempos, un casa que ha venido sufriendo una positiva transformación durante el paso de los años y de acuerdo con Yolinda, en gran parte eso se lo debe a los créditos y a las facilidades de pago que ofrece Brilla. 

“Lo primero que saqué con Brilla fueron los materiales para el baño, de eso hace ya 7 años, después saqué el piso de la casa, después para hacer una alberca. Hace poco lo volví a usar para levantar un cuarto en el patio y ahora último saqué un televisor. Brilla me ha ayudado mucho porque he podido ir mejorando la casa”. 

Uno de los días más felices que recuerda de este 2018, fue aquella noche en que recibió la llamada en donde le informaban que había salido beneficiada entre miles de familias de todo el departamento del Magdalena en la campaña, “Sueñamillones Brilla. Millones para cumplir tus sueños”, que hoy le ofrece la posibilidad de ganar entre 5 y 20 millones de pesos en materiales para la construcción y electrodomésticos.

“Estaba viendo televisión, enseguida le di gracias a Dios y me puse muy contenta, les conté enseguida a mis hijos”.

Si Yolinda llega a ganar los 20 millones terminaría de arreglar su casa, que es su más preciado sueño, Yolanda visiona la casa con cielo raso, con reja, con ese otro cuarto para su hija. “Mi sueño siempre ha sido arreglar la casa y vivir más cómoda”.

Linda Tatiana Angarita Orquijo, es una de las hijas de Yolinda con las que todavía comparte el mismo techo, para Linda su mamá es merecedora de este premio y de muchos más, porque siempre ha sido una mujer luchadora, humilde, echada para delante, siempre ha estado cuando ella más la ha necesitado.

Linda siente por su madre una profunda admiración, porque la recuerda como una mujer trabajadora que los sacó adelante sola. “Nos merecemos el premio mayor porque mi mamá ha sido una mujer luchadora y responsable. Quiero que nos apoyen nuestros amigos, familiares, conocidos, que voten por mi mamá que se merece este premio, ella merece alcanzar su sueño de arreglar su casa”.

Yolinda espera hoy con ansiedad que la buena fortuna le sonría para así poder seguir soñando millones, mientras sus nietos y sus hijos la colman de afecto y de cariño como pago por todos los esfuerzos y los cuidados recibidos. 

“Yo siempre cantaba la canción que dice, cuando lleguen los millones y gracias a Brilla eso es una realidad”.

Ada Luz no vive en una casa en el aire, como dice la popular canción que el maestro Escalona compuso para su hija, Ada Luz Rodríguez vive hace 25 años en el barrio Pastrana, de la ciudad de Santa Marta, un barrio popular en donde Ada edificó su rancho que no queda precisamente en las nubes.

Aquí llegó con sus tres hijos y en ese entonces su pareja, a habitar un rancho de dos piezas. Cuando el menor de sus retoños apenas cumplía 6 años, el padre de sus hijos se ausentó del hogar, “pero no hizo falta porque gracias a Dios y a mi esfuerzo levanté a mis pelaos”.

Ada Luz salía todos los días del rancho dejando a sus tres monitos que la llamaban, pero no había otra forma para poder levantarlos, Ada Luz estuvo frente a un fogón fritando papas, picando cebollas, cocinando salchichas, asando carne de hamburguesas, aplicando salsas, 19 largos años, hasta que sus hijos ya mayores, decidieron que su cuerpo había resistido demasiada noche, demasiado trasnocho, demasiadas horas de pie colmándole el hambre a los ávidos clientes de comida exprés, hot dogs y salchipapas listas en medio cuarto de hora. Hoy en día Ada Luz, que nunca se fue a vivir a las nubes, comparte el techo con sus hijos, su yerna y sus nietos.

“Mis hijos ya no me dejan trabajar, ellos me sostienen con lo que se ganan, uno es taxista, una trabaja en un almacén y la otra se gana la vida como empleada de limpieza de un colegio y está estudiando en la universidad”, dice develando un dejo de orgullo que se adivina en su voz.

Ada Luz que acostumbraba a cantar, no exactamente la canción que lleva su nombre, sino una en específico que habla de ganar millones, hoy no sale de su asombro por el extraño golpe de intuición que la puso sobre la pista de sus sueños. “Yo siempre cantaba esa canción que dice, cuando nos lleguen los millones, la cantaba aquí o allá en la construcción de mi hija, cuando nos lleguen los millones… y mire gracias a Brilla eso es una realidad”.

Ada Luz no está precisamente en las nubes al pensar eso, porque gracias a la campaña, “Sueñamillones Brilla. Millones para cumplir tus sueños”, su familia, que fue una de las tres favorecidas, entre miles de usuarios en el Departamento del Magdalena, hoy acaricia la posibilidad de ganar de cinco a veinte millones de pesos en materiales para la construcción y electrodomésticos.

Ada luz asegura estar muy agradecida con Brilla porque gracias a sus créditos y sus facilidades de pago, ella ha podido ir poco a poco terminando su casa. “Brilla ha sido una bendición para mí, porque con ellos he realizado muchos trabajos en mi casa y gracias a ellos mi hija también va a cumplir su sueño de tener su ranchito”. Afirma.

Ada Luz está más que segura de cómo invertiría el premio, lo primero que hará es ayudar a su hija a terminar de levantar su rancho y luego arreglaría su casa. Ada Luz ya visiona el baño enchapado, la terraza arreglada, la cocina, la sala, “si Dios me ayuda también pienso donarle a una vecina que lo necesita”.
Sandra Milena Martínez Rodríguez, es la hija mayor de Ada Luz, la que se convirtió en su mano derecha en el hogar mientras, su madre salía a ganarse ese pan luchado y competido de todo los días. Sandra también es madre soltera y como su mamá espera darle lo mejor a sus retoños.

Para Sandra ninguna otra persona merece tanto ese premio como su madre, porque ella ha sido toda su vida una mujer emprendedora, luchadora, trabajadora, que los levantó con mucho esfuerzo, “después de la separación a ella le tocó enfrentar sola la responsabilidad y empezó a trabajar duro para podernos educar. Todo lo bueno que somos hoy en día ha sido gracias a los valores que nos enseñó. Ella fue nuestra guía y nuestro ejemplo para ser unas personas honestas y para seguir superándonos día a día”.

Ada Luz hoy más que nunca canta feliz desde su casa que no está en el aire, esa tonada alegrona que resultó premonitoria, porque desde ya por lo menos tiene asegurado 5 millones de posibles 10 y 20. Cuando nos lleguen los millones… Cuando lleguen los millones…